La carne más indigesta

Marzo 2005

 

El Vaticano rechazó el pedido oficial para remover al obispo Baseotto


La obcecada presión local revela cierta impericia local en el conocimiento profundo del funcionamiento de los Vicariatos en el mundo y – tangencialmente – coloca en una situación de inseguridad al único embajador – Carlos Custer – que perteneciente al mundo católico como al sindicalismo peronista se encuentra genuinamente comprometido con la defensa de los Derechos Humanos, exhibiendo un bagaje de formación teológica infrecuente.

 

También descoloca al canciller Bielsa, a quién el gobierno pretendía lanzar a la puja electoral de octubre, dada su mesura y una buena planta que conjuga con una reasegurante barba digna de un daguerrotipo de los hombres de la discutida generación del 80. Ahora, Bielsa deberá afrontar las iras de los católicos ultramontanos pero también de los catoprogresistas, en un anacrónico revival de la lucha entre laicos y libres por la libertad de enseñanza religiosa…en 1958.

Como decía socarronamente Perón en los 70 cuando se hablaba del Vaticano: “la carne de los curas es la mas indigesta.”

Hay sectores gubernamentales que se preparan para una larga indigestión, tal vez extra muros….

Examinemos los hechos.

 


Sergio Rubín.
srubin@clarin.com
El Vaticano decidió rechazar el pedido de remoción del obispo castrense, monseñor Antonio Baseotto, que le había hecho el presidente Néstor Kirchner como consecuencia de las duras críticas que el religioso le hizo al ministro de Salud, Ginés González García.

La determinación - que coloca las relaciones entre la Casa Rosada y la Santa Sede en un punto de gran tensión -  le fue transmitida al ministro de Defensa, José Pampuro, por el nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini, aseguraron anoche fuentes gubernamentales.

Bernardini le comunicó el lunes la decisión a Pampuro, durante una charla telefónica. El ministro le trasladó inmediatamente la novedad a Kirchner. Los informantes fueron aún más precisos: dijeron que el nuncio le leyó al funcionario la resolución de la Santa Sede donde se ratificaba a Baseotto. Esto quizá movió inicialmente a una confusión: que Bernardini le habría dejado una carta con la decisión. Pero esto fue luego desmentido tanto por fuentes gubernamentales como eclesiásticas. La Nunciatura, en tanto, guardó silencio.

Kirchner había pedido públicamente al Vaticano la remoción de Baseotto luego de que éste le envió una dura carta a González García por declararse a favor de la despenalización del aborto y el reparto de preservativos entre los jóvenes por el sida. En la nota, Baseotto lo acusaba de cometer "apología del delito de homicidio" y le advertía, citando una frase bíblica, que "aquél que escandalizara a los pequeños merecería que le cuelguen una piedra al cuello y lo arrojen al mar".

Esto suscitó una ola de críticas por la asociación de la figura bíblica con los llamados "vuelos de la muerte", cuando detenidos durante la última dictadura eran arrojados al mar desde aviones. Kirchner pidió entonces su remoción. La también DAIA se sumó a la solicitud luego de certificar que, en 1986, Baseotto —que todavía no era obispo— había formulado declaraciones a un canal de televisión de Santiago del Estero "claramente raciales y antisemitas".

Pero el pedido presidencial parecía tener escasas posibilidades de ser acogido Aunque el Gobierno nunca perdió las esperanzas. Prudente, el canciller Rafael Bielsa había dicho en su momento al anunciar la decisión presidencial que la Iglesia "tiene sus tiempos". Ayer, ratificó esta posición en el Senado. Con todo, fuentes seguras dijeron a Clarín que Bielsa también se enteró el mismo lunes de la decisión del Vaticano.

Anoche, el canciller estaba reunido con Kirchner en la Casa Rosada analizando el nuevo escenario. Pero la determinación del Vaticano no fue lo único que tensó la relación con la Iglesia. Los obispos pidieron el martes que el Senado no ratifique un protocolo contra la discriminación de la mujer, de la ONU, porque "legalizaría el aborto".

Pese a los buenos oficios del secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y del embajador ante la Santa Sede, Carlos Custer, las relaciones entre el Gobierno y el Vaticano fueron precarias, sobre todo a partir de la decisión de la Casa Rosada de no acompañar más la posición antiabortista del Vaticano en los foros internacionales.
 

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