Tony Blair, el extraño amigo británico

Julio 2005

por la Redacción

Lejos de acusar recibo de los reproches que le han llovido en algunos países por haberse rehusado a posibilitar un acuerdo presupuestario en la última cumbre de la Unión Europea, Tony Blair se mostró más duro aún que lo usual al comparecer ante la Cámara de los Comunes. En una abierta arremetida contra la actual política financiera de la UE, aseguró que las altas subvenciones agrícolas comunitarias "no tienen sentido" y exigió una amplia reforma presupuestaria.


Extraño socialdemócrata Blair es un duro democratizador en Irak y al respecto un conocido experto en asuntos militares sostiene irónicamente que los últimos en partir de Irak no serán los americanos sino los ingleses. Pero también y- en la misma línea heterodoxa - el primer ministro no vacila en opinar con desprejuicio sobre la pertenencia histórica de las Islas Malvinas y simultáneamente descolgarse con este atrevido enfoque que apunta al desmantelamiento del sistema de protección agrícola de la UE que objetivamente perjudica los intereses exportadores argentinos, australianos, canadienses y neozelandeses en los mercados de la Unión.


Un sablazo a la política agraria

Los argumentos de Blair son conocidos. En su opinión, es absurdo que la UE todavía destine cerca del 40% de su presupuesto a la agricultura, en lugar de fomentar las áreas de la ciencia, la tecnología y la educación, siguiendo el modelo irlandés.


.El premier británico fundamenta su tesis remitiéndose a los nuevos desafíos que plantea la globalización, con potencias emergentes como China, India y otros países asiáticos, que provocarán profundos cambios en la situación económica internacional. Y, de paso, aprovecha para proporcionar un calculado sablazo a Francia, el principal defensor de los subsidios agrícolas, ya malherido en su condición de líder europeísta tras el rotundo rechazo de su población a la Constitución comunitaria.

Según el comisario europeo de Desarrollo, Louis Michel, lo que Blair quiere es acabar con la política agraria conjunta. Y, ciertamente, lo que está en juego es más que la defensa de la famosa "rebaja británica" que Londres recibe desde los tiempos de Margaret Thatcher y que consiste en la devolución de parte de sus aportes financieros, en compensación por lo que deja de percibir en subsidios a la agricultura.


Modelos contrapuestos

Ocurre que hay dos visiones contrapuestas de la Europa a la que se aspira. El politólogo Werner Weidenfeld expuso en la televisión alemana el viejo conflicto con toda claridad: por un lado están los británicos, que desean una alianza flexible y una zona de libre comercio y, por el otro, el eje germano francés, que sueña con una unión política.

En su opinión, Blair está aprovechando fríamente la actual debilidad de los gobiernos de París y Berlín para llevar a la práctica el modelo que Londres persigue desde un comienzo.

A más tardar el mes entrante, cuando Gran Bretaña asuma la presidencia de turno de la Unión Europea, quedará en evidencia la estrategia londinense. Desde Bruselas ya se lanzan advertencias de que su gestión sólo podrá resultar exitosa con el respaldo de la Comisión. Pero difícilmente eso atemorice a Tony Blair, en vista de la actual debacle del proyecto europeísta. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, habla de una "crisis de integración", a la que se suma la "crisis de la globalización" y la "crisis de una situación trágica para los impulsores de la integración política pero quizá auspiciosa para los propósitos británicos. En particular desde el punto de vista de la crisis de identidad provocada por el resultado de los referéndum de Francia y Holanda.

En síntesis, para los intereses nacionales argentinos es interesante determinar cual de los dos asuntos es mayormente prioritario. La integración estratégica de Europa en el largo plazo - que tiene geopolíticamente dos prioridades, Balcanes y Turquía - o simplemente desactivar un sistema de subsidios que objetivamente perjudica al campo argentino.

La discusión entre doctrina y praxis, pragmáticos y hegelianos de la historia está abierta. Y solo resta establecer la prioridad de la contradicción principal entre las dos Europas imaginadas y los países periféricos agro exportadores.
 

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