Se inicia la discusión...

Después del peronismo 

por Abel Fernández - Marzo 2006


Este título todavía suena extraño; para muchos peronistas, casi una provocación. No debería serlo: por todo que forma parte de la historia de los argentinos, aún de los que lo rechazan, la mayoría de nuestros compatriotas que hoy viven no han conocido a Perón. Ni al que hablaba en la Plaza los l7 de Octubre, ni al que cayó en el ´55, ni tampoco al Viejo, que simbolizó la epopeya y la tragedia de mi generación. Para los que tienen menos de 40 años, el peronismo que conocen es la fuerza política que acompañó a Menem y hoy acompaña a Kirchner.

 

Hace algunos meses, cuando en la víspera de las elecciones de octubre dijimos adiós a una etapa de RECOnstrucción, yo escribía:


“No nos engañemos entonces: el éxito o fracaso en lo inmediato del gobierno depende de la economía, la víscera más sensible como también decía Perón. Pero Duhalde no plantea una opción diferente en profundidad en ese plano: su ministro de Economía es el de Kirchner. Tampoco la derecha ni el centro derecha tienen hoy un proyecto alternativo, más allá del duelo que algunos no han elaborado por el 1 a 1. Por eso no presentan una alternativa nacional en esta elección. Pero en Argentina hoy se dirime un conflicto cultural, que se decide en los corazones de la gente pero se expresa en la política. Y si se manifiesta en el peronismo es porque es la estructura política nacional que queda en pie con voluntad de poder…

Es inútil discutir si después de mañana los duhaldistas con poder se acercarán o no a Kirchner. Ciertamente lo harán. No serían peronistas si no lo hicieran. Pero eso no resuelve, no termina, el conflicto. Los políticos expresan los conflictos, a veces los aprovechan, cuando hacen mejor su trabajo los encauzan. Los conflictos culturales sólo se resuelven generando nuevas realidades y nuevos mitos… Y algunos sentimos que la consigna y la realidad que necesitamos para unirnos en un nuevo esfuerzo es un proyecto de Nación.

Quiero aportar a eso. Creo además que, como idea, es lo fundamental del peronismo, y que todo el resto es accesorio. Por eso lo del adiós a RECONS. Porque además de un sitio en Internet (que trataremos de conservar en alguna forma) era un proyecto político local, como lo es toda política en serio. El primer artículo que colocamos llevaba por título "La deuda del peronismo metropolitano". Respeto a los que siguen esforzándose por hacer algo con el PJ de la Capital. Pero, en mi opinión, ya no es hoy un instrumento útil para el peronismo, ni - más importante - para el pueblo de esta ciudad.


Ojo: La culpa no la tiene Alberto Fernández, ni Servini de Cubría, ni... En realidad el problema es el del Partido Justicialista en su conjunto, que se ha transformado en una confederación de partidos provinciales, que en muchos casos están hegemonizados por los aparatos políticos de los intendentes y los gobernadores, con mecanismos que se parecen mucho al viejo clientelismo conservador. Y en la Capital esto no funciona.

Es un poco irónico pensar que para encontrar una nueva propuesta debemos recurrir a conceptos que eran familiares al más viejo peronismo: el rol de las organizaciones sociales, el concepto de movimiento...”


Pasaron las elecciones, y la lectura más relevante de sus resultados – a mi entender, y con disculpas al amigo Del Corro, que en otra parte de esta página hace un buen análisis – es que validaron lo que anticipaban las encuestas. En realidad, del ´83 a hoy los encuestadores como grupo han acertado mucho más que lo que se han equivocado. Lo que las encuestas y las elecciones nos dicen es que la sigla, las consignas y los símbolos del peronismo – si ciertamente tienen todavía arrastre y vigor – cada vez garantizan menos votos. Y es un pobre consuelo decir que lo mismo – con más dureza – le pasa al radicalismo.

El otro hecho reciente que me pareció echa luz sobre el tema, es la destitución de Ibarra.

Como todo en esta vida, la cosa tiene muchos lados. Están las intrigas, ambiciones y conspiraciones que son su realidad y su fantasía de siempre. Quién cambió su voto, quien fue “operado”…, eso puede interesarle a los profesionales de la política involucrados.

Más relevante es que Aníbal Ibarra, después de 6 años gobernando la ciudad más importante del país, y su tercer presupuesto, no tenía un partido político para defenderlo. Puede ser incapacidad personal. Pero tampoco ningún partido con votos, ni el PRO ni el ARI, se definieron por su derrocamiento. Mejor no hablemos del PJ, cuyos políticos estuvieron a favor y en contra.

La clave de su destitución pasa por la existencia de grupos relativamente pequeños – si pensamos en la población de Buenos Aires – pero muy motivados de padres y familiares de las víctimas de Cromañón, que gracias a la cultura moderna que valora la condición de víctima (Nietzche tendría algo que decir sobre ello), brindaron al juicio político la legitimidad necesaria. Esto fue así a pesar que – al contrario de lo que dice mi amigo Harry en su página – la mayoría de la clase media porteña se inclinaba por su continuidad en el cargo.

Los grupos reunidos por heridas o temores muy profundos son – si consiguen la atención de los medios – el factor dinámico en la política actual. El habitualmente lúcido Mario Wainfeld señala la analogía entre los grupos que se movilizaban por la memoria de los 194 jóvenes y los vecinos de Gualeguaychú. Recordemos también el impacto de las primeras marchas de Blumberg, y el atentado a la AMIA como factor constante de inquietud de los gobiernos.

La presión de las grandes empresas de servicios, por ejemplo, la del empresariado agrario y el industrial, la de los sindicatos - que por supuesto existen y se expresan – no alcanzan la misma repercusión mediática, ni tienen hoy en Argentina vínculos orgánicos con los partidos políticos. La excepción que, durante la crisis, representaron los piqueteros como expresión de los desocupados y los marginados, se está desnaturalizando rápidamente.

El peronismo, donde los sindicatos perdieron el peso que tuvieron en la mayor parte de su historia y que no tiene una inserción importante en los sectores medios de la sociedad, va mutando – como decía antes - en una confederación de aparatos clientelistas provinciales. Para no ser hipócritas, reconozcamos que esto no es un crimen: los excluidos necesitan algo que reemplace al Estado de Bienestar destruido. Sigue siendo el único partido nacional de masas con presencia – ya no exclusiva – en los sectores de pobreza extrema. Pero no le alcanza para reunir participación popular y proyecto de país.

Y Kirchner – que trata de armar una coalición política diferente – hoy conduce desde el liderazgo que le da la Presidencia, los recursos de un Estado con superávit financiero, y su manejo sin vacilaciones del poder, tradicional en los peronistas. Además de algo muy importante: la conciencia del modelo económico vigente – resultante de la crisis del 2001 - y sus límites. A pesar de sus estilos y sus modelos, tan opuestos, no es demasiado diferente de lo que hizo Menem, mientras la sociedad lo aceptó.

No me parece que vale la pena decir que uno encarna un proyecto “bueno” y el otro uno “malo”. Lo importante es entender cuáles proyectos son posibles en el mundo en que vivimos, y cuáles queremos para la Argentina.

Tratando de resumir en frases muy cortas: Más allá de sus ideales y su doctrina – de los que la reivindican y de los que la ignoran – el movimiento que creó y condujo Perón, con un Jefe y tres ramas, perteneció a un mundo que ya no existe.

El Partido Justicialista que lo continuó, manejado primero por los sindicatos y a partir de la Renovación por políticos, comparte la actual decadencia de los partidos tradicionales… y de los nuevos.

Lo que vale la pena pensar es si en la Argentina y en el mundo del siglo XXI un proyecto político cuyos votos siguen saliendo en su mayor parte de los pobres y excluidos, que expresa una alianza de clases y que concibe como su tarea elaborar un proyecto nacional tendrá vigencia. Y qué forma tomará.

Yo tengo mis convicciones, por supuesto. Y, para los que buscan ejemplos en el “Primer mundo” (lo que no es pecado), una pregunta: ¿Hay alguna fuerza política popular comparable, en algún lado, desde la social democracia alemana al partido Demócrata de los EE.UU. que no tenga relación estrecha con su sindicalismo?

Pero lo importante son las ideas que se van creando entre los que piensan y discuten, porque, inevitablemente, (aún cuando se quiera reconstruir una vieja realidad) va a ser algo nuevo y diferente. Debates como este que planteo se hicieron en las Cátedras Nacionales a fines de los ´60, en agrupaciones como FORJA en los ´30, y crearon sueños nuevos. Hoy Internet, mientras se mantenga libre, es un buen lugar para patear ideas. Este sitio queda ofrecido como un lugar abierto para eso. Y, por supuesto, también agregaré lo que yo pienso.

 

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