Como habrán notado, no tengo prejuicios para elegir las notas que pongo en esta página. Me basta que digan algo inteligente sobre el tema que importa. Y tengo que reconocer que el editor general adjunto de Clarín el jueves 6, el día siguiente a la Jornada, publicó en el diario más vendido de Argentina un resumen muy preciso sobre las cosas que quedan afuera del proyecto de ley. Vale la pena releerlo.
por Ricardo Roa
Alumnos y docentes saben que muchos de los problemas que padecen no son
por culpa de la Ley de Educación. Escuelas sin calefacción donde el frío es
insoportable, ausencia de mantenimiento o de seguridad y edificios que deben
ser desratizados y no lo son. Carencias elementales que a veces se explican
por la falta de dinero pero muchas más por la incompetencia de funcionarios.
Tampoco es por la ley sino por la crisis que las escuelas se hayan
convertido en centros de ayuda comunitaria. La función de la escuela es
enseñar y eso es muy difícil cuando se carga la mochila del asistencialismo.
Por eso, aunque no tengan que ver con ella, los docentes que empezaron a
discutir una nueva ley nacional no pudieron eludir estos temas.
A este debate también fue convocado el resto de la sociedad. La
participación es mediante una encuesta en la que el Gobierno nos pregunta
muchas cosas en las que no puede haber sino un acuerdo general. ¿Alguien
puede oponerse, por ejemplo, a que se estudie un idioma extranjero o a que
sea obligatoria la escuela media? La inclusión de estas preguntas con
respuesta automática parece un mecanismo destinado a exhibir luego la
aprobación mayoritaria a la propuesta oficial.
La ley federal de Educación de los 90 fijó una inversión sin asegurar los
recursos. Ya se habían transferido escuelas a provincias y municipios y
dependió entonces de cada uno de ellos la posibilidad de financiar la
enseñanza. No hubo plata y el resultado fue una inevitable asimetría en la
calidad pedagógica y en los salarios docentes. En los hechos, una
federalización de la pobreza.
Entre tanta pérdida, la escuela también perdió la vieja y exitosa alianza de
padres y docentes para educar a los chicos. Discutir la Ley de Educación es
siempre necesario, porque nada hay más necesario que la educación. Pero está
claro que existen aquí necesidades y prioridades que no se resuelven por
ley.
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