Están pagando los inocentes

 

Por Joumana Haddad (*)


El siguiente artículo es una respuesta a una columna de opinión titulada "Esta sí es una guerra justa", del escritor y periodista Amos Oz

BEIRUT.- Me siento ante la computadora. Acaricio la pantalla. Ahora es mi única ventana al mundo, mi pulmón electrónico. Ya no consigo trabajar por placer.

La cultura es ahora un lujo que me parece escandaloso. Es inútil la pintura, inútil el teatro, inútil el cine. Inútiles las palabras.

"¿Qué puede hacer por el mundo la poesía?" Es lo que siempre nos preguntamos los poetas. "Milagros", me respondo en voz baja. A pesar de mi abatimiento, estoy convencida de que cada sueño que nos ofrece es un modo de salvación.

Leo en el Corriere el artículo del escritor Amos Oz. Respeto su dolor, pero no es cierto que "Israel tiene en la mira sobre todo a Hezbollah".

Israel está demoliendo sistemáticamente la infraestructura civil libanesa. Hace pagar a ciudadanos inocentes e indefensos el precio de una culpa que la mayoría de ellos no tienen. ¡Es como si un médico decidiera condenar a muerte a un paciente sólo porque se le ha gangrenado una mano o un pie!

El gobierno libanés ha dicho claramente que no quiere esta guerra. Entonces, señor Oz, ¿cómo puede ser esta guerra unilateral una "pura y simple autodefensa"?

¿Cómo puede ser "pura y simple autodefensa" atacar los camiones cargados de víveres? ¿Cómo puede ser "pura y simple autodefensa" la destrucción de las centrales eléctricas? ¿No ha dicho usted mismo que "el mal está a veces hábilmente camuflado de idealismo"?

En la casa de mis amigos Asaad y Colette me encuentro con Vincenzo, un italiano que se negó a ser evacuado. "Quiero quedarme acá y compartir la suerte de la mujer libanesa a la que amo", me dice con naturalidad.

Comemos, bebemos, reímos y olvidamos -o fingimos olvidar- la desdicha que nos asedia. Y el Líbano también es esto, señor Oz: una oscuridad en la que resplandece la luz.


(*)La autora es una poeta y periodista libanesa

 

del Corriere della Sera - Jueves 20 de julio de 2006 - Traducción: Mirta Rosenberg

 

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