Este es un fragmento reciente del blog personal que publica
Artemio López, en los ratos libres que le deja su trabajo como encuestólogo
favorito del gobierno. No tiene el talento literario de Feinmann, pero hace
un aporte claro y consciente a la acusación contra Perón.
Porque, aunque menciona a las apuradas el plano jurídico – que evidentemente
no domina – enfoca su alegato en la responsabilidad política del que fue
Presidente. Y, con una lucidez a la que otros acusadores no se atreven,
plantea que el eje central del problema es la relación que una parte del
pueblo argentino sigue teniendo con la figura de Juan Perón. Artemio afirma
que “el amor no es, ni debe ser, más fuerte”.
Artemio López - Enero 11, 2007
Desde que comenzamos a discutir el desarrollo del terrorismo de estado
durante el último gobierno de Juan e Isabel Perón, en muchos comentarios
públicos y privados se ha planteado una lógica que quiero discutir. Sujetos
a ella, al tiempo que por caso, muchos responsabilizan políticamente a De la
Rúa por los 39 muertos de diciembre de 2001, a Eduardo Duhalde por los
asesinatos de los dirigentes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán,
a Néstor Kirchner por el precio del tomate - no tanto el perita, sino el
redondo ($2,50 x 1 k, 2k $4) - en un mismo movimiento imaginario se exculpa
de toda responsabilidad política, histórica y jurídica a Juan e Isabel Perón
por el hecho notable de que un ministro de gran centralidad en su gobierno -
y antes secretario privado del mismo Perón - como lo fue José López Rega,
hubiera desarrollado una extensa organización declarada por la justicia como
terrorista estatal, destinada a perseguir y asesinar opositores políticos.
Munida de gran despliegue de publicidad callejera, prensa y periodistas
adictos, la terrorista Triple A tenía su bunker en el propio Ministerio de
Bienestar Social !!!, el cándido "Ministerio del pueblo”, ubicado a 300
metros del despacho presidencial, donde funcionaba un enorme salón que entre
otras lindezas, apilaba un arsenal de armas de guerra previamente
contrabandeadas, para el ejercicio sistemático del asesinato político a los
opositores al régimen o, mejor, a la versión que los ideólogos de los
terroristas tenían del régimen (sic; la sintaxis de Artemio es un poco
confusa)... Debe recordarse que el primer atentado registrado de la Triple A
tuvo lugar el 21 de noviembre de 1973, cuando se colocó una bomba en el
automóvil del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, durante el gobierno
de Juan Perón... En fin, rara esta lógica de "exculpación selectiva" que ya
no parece consistente política, histórica ni jurídicamente.
El "amor al líder", elemento necesario y tan respetable que hasta Laclau le
asigna status teórico y lo constituye en elemento decisivo de toda
experiencia populista, si se reduce tan solo a "amor al líder", y también
seguimos en esto al gran Ernesto, no puede mantener por sí mismo la solidez
de una construcción histórico-política y cuando cobran volumen elementos de
gran contundencia para revisar sus fundamentos, no debiera ser obstáculo si
es que no para abandonar aquél sentimiento, al menos para extraer
conclusiones útiles y proponer debates más expansivos y por sobre todo, más
humildes. Contra lo que enseñó Tango Feroz, acá el amor no es, ni debe ser,
más fuerte.
[ Portada ]