Hay valores que compartí y otros que comparto con Jorge Rulli, y lo aplaudo y lo admiro por la brava, testaruda, vital defensa que hace de ellos. También, debo decirlo, tiene (algunas) concepciones de la vida y de la política que me parecen muy equivocadas y que discuto. Pero Rulli, lo sabemos todos, ha ganado el derecho de decir lo que dice con una trayectoria, parte de la historia de nuestra generación, que se mantuvo digna y coherente y – no tan frecuente – lo sigue siendo. Él no se retiró. Por eso, cuando leí en algún diario, más o menos al mismo tiempo, noticias que me dejaron mal gusto en la boca: Un juez descubre ahora que los crímenes de la Triple A serían terrorismo de estado. Una jueza sobreseyó a Horacio Verbitsky y otros por un acto terrorista... Bueno, tuve ganas de poner fragmentos de un editorial que Jorge Rulli escribió, también en estos días, sobre las fuerzas de seguridad, los derechos humanos y el terrorismo de estado. Dice algunas cosas que vale la pena leer.
Jorge Eduardo Rulli - 31 de diciembre de 2006
Hoy es el último día de un año intenso y nos debemos un balance, un balance
imprescindible, para hallar un camino en el año que comienza mañana. Con dos
testigos desaparecidos, y aún con la enorme alegría de que uno de ellos haya
reaparecido, luego de una importante movilización de la sociedad - e incluyo
la decisiva presencia presidencial en los medios - nuestro ánimo se
encuentra profundamente conmovido y resulta inevitable sentirnos asediados
por los fantasmas del pasado y me disculpo por ello.
En medio de las emociones que nos trastornan, advertimos que muchas cosas no
funcionan, que algunas políticas han sido equivocadas, y creemos que alguno
de los responsables políticos del área de interior o acaso de seguridad o de
Derechos Humanos, deberían ser reemplazados, y que un equipo de pensamiento
debería acercar algunas ideas a quienes gobiernan. Lamentablemente, parece
que en estos temas álgidos el grueso está decidido a hacerse el otario, a no
hacerse cargo… y se insiste en creer que las cosas se arreglan poniendo
dinero como recompensa o asegurando testigos. Pues se equivocan y no solo se
equivocan, sino que ratifican una línea de acciones precedentes
terriblemente equivocada, línea que se expresa en el “yo no les tengo miedo”
del discurso presidencial frente a los oficiales de las FFAA. Frase
desafortunada si la hay, y que remite a una concepción del poder que parece
ignorar la propia responsabilidad en el ejercicio del mando y que no sólo se
repite sino que peor aún todavía, amenaza con ser visualizada por algunos,
como un acto de coraje cívico y hasta como doctrina política…
Desde la izquierda progre que suele expresar la “radio de las Madres”, nos
llega una ráfaga de pensamiento unilineal que explica algunas cosas de este
embrollo ideológico: “la responsable sería la policía y no el gobierno”, se
nos dice. Como si para ese sector de la izquierda, la policía le fuese ajena
al gobierno o como si el Gobierno no estuviese ocupando el Estado ni tuviese
la responsabilidad de la policía, o tal vez como si la policía fuese algo de
por sí execrable que pertenece al mundo de los otros. Se olvidan que Fidel
tiene una policía eficiente, y que los rusos la tuvieron desde los primeros
días… Preguntémonos entonces: ¿por qué razón la izquierda progre en el
gobierno de la Argentina no puede tener una policía confiable y eficiente?
Son 25 años que llevamos de Democracia y más de tres años que lleva este
gobierno… me pregunto: ¿de quién es la policía o más claramente, de quienes
son los responsables de la policía?
Si no existe capacidad de prevención y de investigación; si los mandos
policiales no son confiables o si el gobierno carece de una institución
policial confiable para la democracia, la situación es de una gravedad
extrema. Es más, yo arriesgaría que una situación semejante no registra
antecedentes sino en el breve período del Camporismo, en que ciertos errores
podían tal vez justificarse en el clima de improvisación y de estudiantina
revolucionaria de los primeros días...
Entonces, me digo: estas cosas no ocurren por casualidad… son el fruto de
una forma de hacer política por parte de los sectores medios progresistas,
una forma de hacer política que desconoce la idea de pensar con visión de
conjunto, que no se plantea la reconstrucción del Estado y que tiende a
moverse en el Universo del discurso, más que de la realidad.
.........
Si después de tres años debemos seguir expulsando policías porque
descubrimos que están involucrados con las actividades del terrorismo de
estado de hace treinta años, es porque en estos tres años no tuvimos un plan
suficiente de reorganización de la fuerza o porque faltó voluntad política
para reorientar las instituciones. No se resuelven los problemas de las
instituciones armadas o de seguridad con discursos, con purgas repetidas, o
poniendo retirados honestos al frente de las instituciones. La consecuencia
de estos desmanejos es la falta de confiabilidad y eficacia de los cuerpos
de seguridad. Y frente a hechos tan desgarradores como la desaparición de
quienes tuvieron el coraje ciudadano de atestiguar públicamente contra sus
torturadores, no podemos sino reclamar un examen de lo actuado, pedir que se
detenga por un momento la máquina de la gestión política y que seamos
capaces de tener ideas renovadas y una estrategia. Movilizarse para reclamar
al Gobierno la aparición con vida, exigir que sea la gendarmería y no la
policía la que investigue, reclamar la custodia de testigos o acaso
continuar proclamando como en España que no pasarán… que no les tenemos
miedo… no sólo ya no basta, sino que es como continuar sobrellevando la
misma situación. Necesitamos un Proyecto Nacional, y necesitamos un Proyecto
Nacional que incluya la reconstrucción del Estado y que en ese marco le
proporcione objetivos y sentido a las fuerzas de Seguridad! Necesitamos
salir de la improvisación del día a día, tener al menos los objetivos
trascendentes de un tímido plan trienal, nos consolaría de tanto cansancio
de un mero actuar frente a la coyuntura…
Lo hemos dicho ya en editoriales anteriores y no somos por otra parte los
únicos que lo manifestamos: la política de los Derechos Humanos del Estado
Nacional no puede ser sólo la política de un gobierno circunstancial ni
puede marginarse de ella a la oposición y aún menos todavía puede llegar a
expresar historias absolutamente parciales, en este caso la historia de
Montoneros y del PRT/ERP.
Si lo hacemos de ese modo la consecuencia es que por egoísmo y por
sectarismo, estamos haciendo el juego a lo que manifestamos denostar. La
enorme convocatoria de Plaza San Martín en torno a los represores fue
sencillamente el fruto malsano de estas políticas equívocas, que no alcanzan
a convertirse en políticas de Estado que expresen al conjunto de la
Sociedad.
Hay un hecho emblemático en esta historia parcial de los DDHH, y son los
trece soldaditos conscriptos asesinados en el asalto al regimiento de
Formosa por los Montoneros… Pareciera que muchos de los altos funcionarios
del Gobierno consideran que quienes asaltaron el cuartel contra toda norma
legal, son hoy los héroes que requieren ser homenajeados; que quienes
defendieron con valor la ley y su regimiento bajo un Gobierno
Constitucional, son en cambio, los réprobos de una historia trágica. No es
un hecho menor. Y por eso dijimos que es emblemático y que puede sentar
doctrina... Es un hecho tan decisivo que, ante él titubean incluso los
sectarios que pretenden usar las políticas de DDHH como un instrumento
reivindicativo de sus propios extravíos históricos.
Una situación semejante y que no tardará en manifestarse será la
investigación de la triple A, en manos ahora de gente con un prolongado
encono hacia la persona de Perón, lo cual nos asegura en este próximo año
2007, problemas y querellas a las que nos anticipamos. Tememos que varios de
los que impulsan la investigación de estas causas lo tienen a Perón como
objetivo, y por ello nos atrevemos a decir que aceptamos juzgar el
Terrorismo de Estado a todo riesgo, pero eso sí, todo el Terrorismo de
Estado y no tan sólo una parcialidad…
Estamos de acuerdo que la triple A sea investigada como terrorismo de estado
y en especial nos interesaría conocer las razones por las cuales las
principales víctimas de este terrorismo no fueron los embanderados en la
lucha contra el Gobierno constitucional sino gente como Ortega Peña, Carlos
Mugica y Troxler, preocupados por acompañar el proceso y que evidentemente
eran un problema para Firmenich y no para el gobierno al que respaldaban.
Sería bueno dilucidar por qué razones cuando López Rega o Almirón se deciden
a matar al margen de la Ley, lo eligen a Carlos Mugica que estaba ya
condenado a muerte por Montoneros o a Troxler que había roto con la
organización y que justamente lo secuestran el día en que va a un acto en
que hablaba Isabel, y los asesinos a los que evidentemente conocía, lo
invitan a acercarlo al lugar… Me pregunto por qué razón me intentan matar a
mi en esos meses de septiembre, octubre del 74 en que luego de aparecer mi
nombre en el periódico El Caudillo como uno de los supuestos guerrilleros de
la Universidad intervenida, me espera un grupo de seis o siete hombres
trajeados de oscuro, en la esquina de Once de septiembre y Dorrego, y cuando
lo advierto, avanzada ya la cuadra, tomo con una mano el brazo de la que era
entonces mi compañera, echo la otra mano a mi axila vacía bajo el saco y me
tensiono como si fuera a extraer un arma imaginaria, y ellos lentamente como
en un western van abandonando la ficción de la discusión que aparentaban
llevar y se van abriendo con las manos tensas como para desenfundar sus
propias armas, mientras yo continúo calle de por medio, alejándome crispado
y dando pasos hacia la esquina salvadora, doblo y corro como un enloquecido
y nos trepamos a un colectivo sobre Luis María Campos y nos arrojamos luego
en Pacífico para meternos en la boca del subte sin saber si acaso
continuaban detrás nuestro, y salimos por otra boca y nos perdemos en un
taxi hacia cualquier dirección, mientras el corazón nos estalla y todo el
mundo de valores en que creíamos desde los quince años se nos derrumbaba
sobre nuestras esperanzas…
Por todo ese dolor que me provocan los recuerdos de aquellos años, y por los
que tanto de uno como de otro lado, habían optado por la violencia
fratricida y por la opción criminal de cuanto peor mejor; queremos recordar
que la Triple A no se explica históricamente sino por ese crimen enorme que
fue la muerte de Rucci por los Montoneros, el 25 de septiembre del 73 en la
Avenida Avellaneda, a solo dos días de un acto electoral que había brindado
un enorme respaldo para la fórmula Perón-Perón.
Si sabemos que los pistoleros que participaron en ese crimen, contaban con
el respaldo político e institucional de las organizaciones armadas y de
masas de Montoneros y de sus innumerables funcionarios entre los que se
contaban cinco gobernadores de provincia y además el Rectorado de la UBA,
ese crimen horrible que según expresión de Perón le cortó las piernas… y que
sin duda modificó el curso de todos los acontecimientos posteriores e
hipotecó gravemente la continuidad del proceso iniciado en el 73 ¿no podría
configurarse como un acto de Terrorismo de Estado?
Por qué razón las mismas reglas que valen para juzgar a los que asesinaron
desde la Triple A no valdrían para los que asesinaron a José Ignacio Rucci
que, también, tenían enormes respaldos en el Gobierno. Que aún más que eso,
eran parte misma del gobierno y hasta decidían a qué funcionarios se elegía
para cada cargo. Y de esto último puedo dar constancia personal, puesto que
la candidatura a la administración del Campo San Pedro de la UBA que me
ofreció el Profesor Puiggrós en junio de 1973 fue impugnada, a nombre de la
organización Montoneros, por el Vicerrector Ernesto Villanueva, y tengo
testigos que pueden aseverarlo.
O acaso el terrorismo de Estado tiene signos ideológicos y resulta aceptable
cuando se viste con un discurso de izquierda? Son preguntas y debates que
nos debemos. Y mientras no se realicen yo consideraría que la muerte de
Rucci puede encuadrarse absolutamente en Terrorismo desde el Estado, que su
investigación debe provocar un juicio por la verdad como cualquier otro
crimen de lesa humanidad y que se deben sencillamente recuperar y continuar
los expedientes iniciados en la época en que ocurrieron los hechos…
[ Portada ]