PETROBRAS, desde Wall Street

 

Matt Moffett
 


Hace pocos días – el 31 de agosto – un diario insospechado de populismo, el Wall Street Journal, publicó esta nota. Allí hace una descripción, detallada y admirativa, de la empresa petrolera estatal brasileña (sin privarse de cuestionar lo que a ellos no les gusta, por supuesto). En un curioso momento de la política argentina, en que aún candidatos que se ubican a sí mismos en el centro izquierda y reivindican la intervención gubernamental en la economía, encuentran necesario decir que no creen en el “estado gestor”, es importante recordar que el Estado, al igual que los entes privados, puede gestionar bien o mal.

 

Parece que el Estado brasileño está gestionando bien su petrolera, aún juzgado por los estándares contables estadounidenses, que, pese a Enron y otros ejemplos, son bastante severos. También parece que empresarios privados argentinos a veces gestionan mal, como algunos concesionarios de transportes. Curiosamente, el Wall Street Journal, en una nota que fue reproducida en castellano por La Nación aunque no puede ser encontrada por el buscador del diario, nos da un argumento no ideológico a los argentinos: Una empresa petrolera nacional puede ser bien gestionada en América del Sur.

 

Hace una década, la petrolera estatal Petróleo Brasileiro SA era una compañía tan rezagada en su industria que se ganó un sobrenombre: Petrosaurio.

Los trabajadores de Petrobras eran un 25% menos productivos que el promedio del sector y Brasil dependía de las importaciones para casi la mitad de su petróleo. La junta directiva de la compañía consistía sólo de personal interno.

 

Hoy, Petrobras tiene más reservas de crudo que la estadounidense Chevron Corp., menores costos de exploración que el gigante Exxon Mobile Corp., cotiza en la Bolsa de Nueva York y su valor de mercado bordea los US$ 130.000 millones.

 

Es una historia de éxito poco común entre las petroleras estatales, las que desempeñan un papel cada vez más importante en un mundo ansioso por energía. Según la Agencia Internacional de Energía, un 75% de las reservas mundiales están ahora en manos de petroleras nacionales.

 

James Mulva, presidente de ConocoPhillips, dijo hace poco que las grandes petroleras privadas (las que cotizan en bolsa) sólo tienen acceso a un 5% de las reservas globales. Teóricamente, tienen acceso a un 30% adicional mediante empresas conjuntas con las compañías estatales.

 

La mayoría de las petroleras estatales son mucho menos eficientes en desarrollar sus reservas que Petrobras. La producción del gigante venezolano Petróleos de Venezuela SA ha caído un 25% desde que Hugo Chávez asumiera la presidencia en 1999 y comenzara a ordeñar sus arcas para financiar sus programas sociales. Indonesia, cuya petrolera estatal tiene un largo historial de corrupción y favoritismo político, se convirtió hace poco en un importador neto de crudo.

 

"Si nuestros amigos en la OPEP fueran más como Petrobras, todos estaríamos más contentos porque habría más petróleo", dice Leo Drollas, economista jefe del Centro de Estudios Globales de Energía, con sede en Londres.

Presiones competitivas

 

Desde su creación en 1950, Petrobras ha atraído a muchos talentos brasileños. Para muchos, la motivación ha sido una suerte de patriotismo, ya que la compañía simboliza el nacionalismo brasileño. Lo que ha cambiado desde los años 90 es la estructura corporativa.

 

Para que Petrobras fuera más transparente y rindiera cuentas, el gobierno creó una junta directiva independiente y emitió acciones en Nueva York. Brasilia también abolió el monopolio de Petrobras sobre la explotación de petróleo en territorio brasileño.

 

La llegada de empresas extranjeras elevó las presiones competitivas que contribuyeron a desatar una revolución productiva en Petrobras. En los últimos 10 años, la compañía ha doblado su producción petrolera, aumentado sus reservas en cerca de un 50% y se ha expandido en todo el mundo, desde la Argentina hasta India. El éxito de Petrobras, junto al proyecto nacional brasileño de producir etanol de caña de azúcar para complementar la gasolina, le ha permitido a Brasil alcanzar la autosuficiencia petrolera.

 

Según Richard Taylor, presidente de las operaciones en Brasil de la petrolera británica BP, Petrobras "aprendió en los últimos 10 años a pensar como una petrolera internacional, pero reteniendo las fortalezas y ventajas de una empresa nacional".

 

Otros países productores de energía están prestando atención. Delegaciones de México, Perú y Nigeria, entre otros países, han viajado a Río de Janeiro para estudiar el modelo energético de Brasil, afirma Haroldo Lima, el presidente de la Agencia Nacional de Petróleo, la entidad que regula el sector en ese país.

Atraídas por el acceso a las reservas de Brasil y a la tecnología de Petrobras, varias petroleras tratan de formar empresas conjuntas con la estatal brasileña. Una es la estatal noruega Statoil ASA, conocida por sus niveles de eficiencia. Statoil estudia las técnicas que Petrobras utiliza para instalar las cabezas de pozo en el fondo oceánico.

 

A cambio, le provee a la compañía brasileña sus conocimientos sobre cómo extender la vida útil de un campo maduro. En 2003, el rey de Noruega, Harald V., fue a Río para formalizar el acuerdo de cooperación.

 

Petrobras ha apostado a su expansión internacional y actualmente opera en 27 países, más del doble que hace una década. Hace poco se convirtió en la primera petrolera en lograr la aprobación de los reguladores de Estados Unidos para desplegar una plataforma flotante en el Golfo de México. En caso de un huracán, los trabajadores podrán desconectar la plataforma del pozo.

Investigación y tecnología

 

En los últimos cinco años, la empresa ha triplicado su gasto en investigación y desarrollo. En 2006, el presupuesto para ello alcanzó los US$ 700 millones. Los enormes centros de investigación de Petrobras han desarrollado tecnologías que se han adoptado en toda la industria petrolera de altamar.

 

En lugar de usar la tradicional ancla de acero para amarrar sus plataformas, por ejemplo, la compañía encontró una manera más eficiente: lanzar un torpedo de 100 toneladas y de casi 17 metros de longitud que se incrusta en el fondo oceánico y que se ata a la plataforma mediante una cuerda de poliéster de alta resistencia.

 

Petrobras también ha sido prolifera en firmar acuerdos con universidades. De hecho, en promedio firma un pacto al día. Una iniciativa financiada por Petrobras es un enorme estanque de agua en la Universidad Federal de Río de Janeiro. El estanque, que es un poco más grande que una cancha de tenis y que tiene una profundidad de unos 15 metros, simula los vientos y las olas que existen en altamar. La idea es diseñar plataformas más seguras.

 

Ney Robinson Salvi dos Reis, un ingeniero en los laboratorios de Petrobras, tiene varias patentes en el campo de la robótica. Uno de sus robots cilíndricos sirve para limpiar la suciedad de las tuberías en altamar. Para diseñarlo, se inspiró en los movimientos acuáticos de los renacuajos. Su última invención parece sacada de la película La Guerra de las Galaxias. Es una cúpula de vidrio montada sobre un cochecito que tiene ruedas de fibra de vidrio. Este "robot medioambiental", que tiene una cámara en la cabina, puede desplazarse sobre tierra y ríos para monitorear el impacto que tiene el gasoducto de Petrobras que pasa por el Amazonas.

Interferencias políticas

 

Pese a todo el éxito de la compañía, algunos analistas brasileños temen que los políticos se están entrometiendo en la fórmula de Petrobras. Las bases de la transformación de la petrolera se construyeron bajo el gobierno centrista de Fernando Henrique Cardoso, que dejó el poder en 2003. Su sucesor y rival, Luiz Inácio Lula da Silva, ha enfrentado críticas por suministrar tintes políticos a la gestión de la empresa. Bajo Da Silva, Petrobras ha renunciado a veces a ingresos al no traspasar de inmediato alzas en los precios internacionales a productos políticamente sensibles como la gasolina, el gas de cocina y el diesel.

 

Aún más polémica es la insistencia del presidente de que Petrobras compre más equipos y maquinarias hechas en Brasil, con la idea de estimular la industria local. Algunos analistas han cuestionado este enfoque después de que algunas plataformas de perforación fabricadas en Brasil resultaran mucho más caras de lo presupuestado.

 

José Sergio Gabrielli, que desde julio de 2005 ha presidido Petrobras, afirma que estas críticas están fuera de lugar. El ejecutivo dice que los costos adicionales de las plataformas se debieron a los mayores precios del acero y a la fortaleza de la moneda brasileña. Gabrielli enfatiza que los críticos deberían centrarse en las ganancias históricas de la compañía, el sólido desempeño bursátil y la mejoría de su historial medioambiental.

 

Ejecutivos de Petrobras aseguran que la identidad dual de la compañía —una parte es la encarnación del nacionalismo brasileño, y la otra una compañía de alto crecimiento en Wall Street— es un activo. "Pensamos que tenemos lo mejor de ambos mundos", dice Almir Guilherme Barbassa, el director general de finanzas.

Petrobras ha adoptado los estándares contables de EE.UU. y está bajo el escrutinio de unos 50 analistas de Wall Street. Sus acciones están entre los títulos más transados entre las compañías extranjeras que cotizan en la Bolsa de Nueva York.

 

Cerca de 60% de la propiedad está ahora en manos de accionistas externos. Pero bajo su estructura dual de acciones, el gobierno de Brasil retiene la mayoría de los títulos con derecho a voto.

 

Bajo el gobierno de Cardoso se creó la primera junta directiva independiente de la compañía. Y pese a las críticas que se le hacen a Lula da Silva en el manejo de algunos aspectos de la compañía, el presidente también ha recibido elogios por fortalecer la junta de nuevo miembros, al incluir a cuatro ejecutivos brasileños considerados pesos pesados. Entre ellos está Roger Agnelli, presidente ejecutivo de la minera Companhia Vale do Río Doce SA, y Jorge Gerdau, que está al mando de la siderúrgica multinacional Grupo Gerdau SA.


   

[ Portada ]